AFRODISÍACOS
Más allá del bien y del mal
Un
afrodisíaco es todo aquello capaz de estimular el apetito sexual, aunque no se
trata de una fórmula mágica, de una receta infalible ni de una certeza que
tranquilice la conciencia del caballero o el bolsillo de la dama. Es solamente
un elemento que propicia el encuentro entre quienes se desean, fomentando su
concreción. El vocablo deriva de Afrodita, la diosa griega de la belleza y el
amor que, se dice, venía montada en un toro o en un macho cabrío.
Como era de
esperarse, los idilios de la diosa Afrodita trajeron cola y pronto se incorporó
al panteón el seductor, maligno y mentiroso (tal como se lo catalogaba) de su
hijo Eros, el dios del amor.
Ante este
panorama no es de extrañar que la sexualidad y el disfrute sensual humanos
fueran motivo de más de una consulta psicológica o una rápida visita al
boticario (o la farmacia). El placer, quedaba claro, era un asunto de poco
fiar.
Islam vs. cristianismo
Hubo quienes
tuvieron, sin embargo, otros puntos de vista. Para el Islam el acto sexual es
una necesidad física humana, por lo tanto permitida y bien vista por Dios.
Luego de esta liberación, el cuerpo quedaba listo para orar. La sexualidad,
así, sería una forma de acercarse al paraíso, sin dejar de lado al amor como
condimento de todo buen matrimonio.
Los
cristianos, por su lado, han dividido el cuerpo del alma con una saña que
repercutió, lamentablemente, en perjuicio del cuerpo. El acto sexual no sólo no
acerca a Dios sino que lo aleja del sendero. Únicamente la procreación como
finalidad puede ser su objetivo, sin deseo ni placer que se crucen por la
mente. No hay que olvidarse, como dijera Erasmo, de cuán indigno y hediondo es
ese acto que nos iguala con los animales.
Esta
diversidad de discursos ha vuelto natural que los hombres y las mujeres pasen
del sildenafil al azote compulsivo - sin medias tintas-, del asco al regodeo,
en un santiamén. Sobre todo considerando el ajetreo, el estrés y la falta de
concentración que implica la vida en una gran ciudad. Buenos Aires a veces
ayuda al reencuentro, otras no.
Imaginación a la mesa
Para los
seguidores del pensamiento islámico, es decir, “los no sientan culpa por
disfrutar de su pareja”, cuentan con una opción gastronómica interesante en la
ciudad, cosa de condimentar el asunto con algo más que dulce de leche. Se trata
del célebre restaurante afrodisíaco “Te Mataré Ramírez”, que ya desde el menú
invita a imaginar.
“Con dos
mujeres”, “Cóctel de celo y lujuria” o “Toda tú celebras mis sentidos” son algunos
de los bocados. El lugar, por supuesto, acompaña la idea con cuadros
alegóricos, cortinados púrpura, ornamentos alusivos (destacable el salero con
forma de espermatozoide) y escasa luz. Al final de la velada, shows teatrales y
musicales mediante, es esperable que la pareja en cuestión decida dormirse un
poco más tarde y abandonarse, sin culpas, al gusto inmenso de compartirse.
Por Carola Chaparro
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